Nada hay más falso que afirmar que las personas son pobres porque quieren, porque son flojas, o por no echarle ganas. Habiendo casos en que eso aplica, todos los datos apuntan a otra respuesta.
A Enrique Cárdenas, precursor y experto en movilidad social, por su tesón y congruencia
Nada hay más falso que afirmar que las personas son pobres porque quieren, porque son flojas, o por no echarle ganas. Habiendo casos en que eso aplica, todos los datos apuntan a otra respuesta.
En México, la pobreza es sobre todo producto del lugar y la familia en la que se nace. Origen es destino. La pobreza se hereda. Y por lo tanto, un origen pobre equivale para 7 de 10 personas en la pobreza como destino.
En México hay muy poca movilidad social. Un reciente reporte del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) muestra que el nivel económico de las personas en la gran mayoría de los casos está determinado por su origen. El 74%, o sea 3 de cada 4 personas que nacieron en los hogares más pobres, como adultos no han superado la condición de pobreza.
La “cigüeña” en su azaroso reparto explica en gran parte la pobreza de las personas, no la flojera, no la voluntad, no el talento. Y eso es grave. Pero más importante aún, se puede modificar.
En sentido inverso, también a los que les va mejor deben en gran parte su “éxito” a su origen. No son mas trabajadores, o más inteligentes o mejores en su campo de trabajo. Más de la mitad de quienes nacen en los hogares con mayores ingresos, casi 6 de cada 10, permanecen en ellos en su vida adulta (57%). Y otra cuarta parte (25%), solo “baja un escalón”. Es decir, no permanece en el mismo nivel, pero no cae en pobreza.
En sus reportes previos, los estudios del CEEY, con base en las Encuestas de Movilidad Social (Emovi) ya había demostrado, (a) que México tiene menor movilidad social que otros países, tanto de la OCDE, como de América Latina; (b) que la educación es el principal factor de movilidad social, pero que va reduciendo su peso gradualmente; y (c) que hay una brecha de desigualdad de género que reduce la movilidad social ascendente de las mujeres pero que incrementa su movilidad descendente.
El nuevo reporte del CEEY, presentado la semana pasada se enfoca en las diferencias regionales. Confirma lo que ya sabemos, que en el sur-sureste hay menos oportunidades de mejorar que en el norte del país.
Gracias al reporte, hoy se conoce la magnitud de la desigualdad territorial: En el sur-sureste, casi 9 de cada 10 de las personas nacidas en los hogares más pobres (86%), no logran superar la condición de pobreza en su vida adulta.
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