Hay que apoyar el surgimiento de alternativas de “2ª Oportunidad” adecuadas para quienes dejaron o fueron excluidos del sistema educativo y ya no tienen edad, ni condición, para regresar a las escuelas a concluir su ciclo secundario.
En fines de 2009, en pleno auge de la violencia en todo el país, el Dr. Narro, entonces Rector de la UNAM, sacudió al país con una “bomba” mediática: 7 millones de jóvenes “nini” podrían ser carne de cañón del crimen organizado.
Y aunque el dato carecía de sustento como explicaremos después, desde entonces el calificativo de “ninis” se añadió a los estigmas que cargan las personas jóvenes. Muchas veces con un sentido muy despectivo y que “culpa” a los jóvenes de su situación.
En las clases acomodadas, se usa para referirse a quienes dejan la escuela y se dedican a divertirse con cargo al sustento paterno.
Pero no es así la mayoría, en sectores medios y sobretodo entre quienes viven en condición de pobreza, el estigma muchas veces se aplica a quienes se quedaron sin oportunidades de seguir estudiando y no consiguen empleos bien remunerados y dignos.
En realidad no son “ninis”, más bien son “sin – sin”. Sin oportunidades educativas y sin oportunidades de trabajo, como bien lo explica Tere Lanzagorta, directora de YouthBuild México, una de las organizaciones que forman la Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
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