En salud las fallas del servicio producen dolor, complicaciones y mayor riesgo a la vida. Además por supuesto, desperdician recursos y llevan a tratamientos más costosos. Sin mencionar los días laborales perdidos y muchos otros efectos en calidad de vida del paciente y su familia.
El problema de salud no es médico. Es administrativo y de gestión, es institucional y por ello es político. Por eso la exigencia más urgente es que las autoridades de salud rindan cuentas. El foco es sobre los gobiernos estatales, pero la responsabilidad también es de la Secretaría de Salud, que permite la opacidad y la falta de información.
Es el dedo en la llaga. Basta mencionar de alguna manera los servicios públicos de salud, para que aparezca una historia de negación del servicio, de cobro, de maltrato, de semanas o meses de espera.
Es una herida abierta sin atención. La negación del servicio o la espera por semanas genera sobretodo impotencia y resignación. Quien tiene recursos se va a la consulta privada, así sea la de los consultorios adyacentes a farmacias. Así se está dando la privatización en la práctica.
Lo más grave es que cada tratamiento pospuesto, cada receta incompleta, cada día en lista de espera para la cirugía o el estudio generan un gran costo. Costo humano y económico.
En salud las fallas del servicio producen dolor, complicaciones y mayor riesgo a la vida. Además por supuesto, desperdician recursos y llevan a tratamientos más costosos. Sin mencionar los días laborales perdidos y muchos otros efectos en calidad de vida del paciente y su familia.
Y cuando se busca información porque debemos ir más allá de la anécdota y los casos de horror que aparecen en muchas conversaciones, nos llevamos un chasco. Los recursos se canalizan pero no hay auténtica rendición de cuentas.
Quizá no sea una estrategia intencionada, pero resulta muy revelador que no haya información completa, oportuna y confiable sobre los indicadores de acceso efectivo a la salud. Es un absurdo que en cambio la SSA presuma una evaluación de 99% de satisfacción con el Seguro Popular. Y no es casualidad que sea imposible seguir la ruta del dinero y su aplicación hasta su destino final en las unidades de salud. La trazabilidad en el uso de los recursos no es lo suyo.
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