Tras cinco años en funciones, el gobierno federal no sabe en dónde se encuentra el 66.4 % de personas que viven en pobreza.

Una de las ausencias más graves en México, y que ayudan a entender buena parte del desastre en el que se encuentra el país es la de una verdadera política social de Estado. Es decir, una política que sea coherente, integral, articulada y que coordine las acciones y el dinero que como país destinamos al desarrollo social.

Por el contrario, lo que tenemos son miles de programas y miles de millones de pesos que se traducen en la pulverización de esfuerzos y en la dispersión de recursos para mantener una política social fragmentada, desarticulada y sin resultados.

Si revisamos la evolución histórica de los programas sociales del gobierno federal observaremos un crecimiento exponencial en su número y en el monto de recursos que se les destinan. En poco más de diez años, de 2004 a 2016, el número de programas sociales del gobierno federal creció 194 % y su presupuesto aumentó 1,212 %.

En cuanto al desempeño de los programas sociales del gobierno federal, su resultado es francamente mediocre. Una evaluación realizada por GESOC, Gestión Social y Cooperación, organización de la sociedad civil que pertenece a Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, señala que en una escala de 0 a 10 la calificación promedio general obtenida por estos programas fue de 6.3; y del total de programas evaluados, 52 de ellos, es decir el 47.3 %, resultaron reprobados.

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Política social desarticulada, ineficaz e ineficiente