El crecimiento del desempleo y la reducción de ingresos de quienes conservan trabajo agravan la ya de por sí precaria condición del sistema laboral de nuestro país.
Los nuevos datos de INEGI1 confirman y rebasan los peores pronósticos de empobrecimiento derivados de las crisis económica y sanitaria que estamos viviendo. El crecimiento del desempleo y la reducción de ingresos de quienes conservan trabajo agravan la ya de por sí precaria condición del sistema laboral de nuestro país.
Muestran el rostro perverso de un sistema laboral donde la mitad de los empleos carecían de contratación estable, el 87% no tenía mecanismos de defensa y negociación colectiva, y más de la mitad trabajaban en la precariedad y la informalidad. Estas condiciones de trabajo facilitan los despidos y provocan la pérdida de fuentes de ingreso de quienes trabajan por su cuenta o “informales”.2
Quizá lo más preocupante es que desde el gobierno no hay medidas para transformar el sistema laboral. Los cambios estructurales para superar los modelos abusivos basados en contratos temporales, en evasión de pagos a la seguridad social, en bajos salarios, siguen pendientes. Porque no hay programa social que sustituya al trabajo como puerta para salir de la pobreza.
Los datos del INEGI son altamente preocupantes, confirman la urgencia de tomar medidas extraordinarias para evitar el hambre y la pobreza alimentaria de las personas que pierden su trabajo y ofrecerles un ingreso vital, temporal y básico, como lo hemos propuesto un conjunto de organizaciones.
Con datos del mes de abril, primer mes completo de la “cuarentena” por el COVID-19:
- Hay 13 millones de nuevos desempleados entre marzo y abril de 2020. El desempleo total incluyendo desocupados y disponibles pasa de 7.7 millones a 22.1 millones. De los cuales 2.1 millones están en desocupación abierta, 400 mil más que hace un mes y 20 millones se encuentran disponibles para trabajar, entre ellos 12.6 millones perdieron vínculo laboral entre marzo y abril.
- La subocupación pasa de 5.1 millones a 11 millones de personas, más del doble (116%). Ahora, una de cada cuatro personas ocupadas en realidad está subocupada (25.4%).
- La caída en trabajos asalariados es de 16%, al pasar de 38.8 millones de personas en marzo a 32.4 millones en abril.
- La caída en trabajo informal, o sea entre quienes trabajan por su cuenta es mayor es de 36%, al pasar de 12 millones en marzo a 7.7 millones en abril.
- Quienes conservan su trabajo (formal o informal) también pierden ingresos. Aumentan casi al doble quienes ganan hasta 1 salario mínimo -lo cual es totalmente insuficiente para mantenerse a sí mismos y a otra persona. Pasan de 22% en marzo a 41.3% en abril.
- En contraste se pierden más de la mitad de los trabajos con ingreso superior a $11,100 (o sea 3 salarios mínimos o más). En abril, solo 2.1 millones de personas, el 4.8% de personas ocupadas ganan más de esa cantidad. En marzo eran 5.7 millones de personas poco más del 10% de personas ocupadas.
- La mayor pérdida de trabajos se presenta en micronegocios, que pasan de 22.8 millones de personas en marzo a 14.3 millones en abril. Son 8 millones menos. En los pequeños establecimientos se pierden otros 2.3 millones de trabajos, en los medianos 500 mil y en los grandes establecimientos 1.3 millones de trabajos. El gobierno es el único sector que incrementa en 500 mil trabajos más, al pasar de 5.4 millones a 5.9 millones de trabajos.3
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