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Millones trabajan en condiciones críticas

6 de febrero, 2023


17.8 millones de personas en México trabaja en “condiciones críticas”, esto significa que tienen muy bajo ingreso laboral o que ganan hasta dos veces el salario mínimo, pero con jornadas excesivas de más de 48 horas a la semana, de acuerdo con el INEGI.

2022 cerró con datos preocupantes con respecto a la situación laboral de millones de mexicanos: precariedad, condiciones de trabajo críticas, mujeres excluidas e informalidad predominante.

Si bien los datos que INEGI dio a conocer el 26 de enero pasado muestran que en 2022 la población ocupada creció en un millón de personas con respecto al 2021, al observar los detalles las cifras dejan a la luz focos rojos que despejan el velo de lo dramático que significa tener un empleo para millones de personas y que éste no les permita salir de la pobreza.

El reporte 2 de la serie “Condiciones Laborales Bajo la Lupa”, de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, analiza los datos más significativos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI a diciembre de 2022.

Condiciones críticas

Un aspecto relevante de la radiografía laboral son las “condiciones críticas de la ocupación”. El INEGI reporta este indicador cada mes y para diciembre de 2022 hay 17.8 millones de personas trabajando en “condiciones críticas”.  Para dimensionar la gravedad, son 3 de cada 10 personas que están ocupadas.

¿A qué se refiere la “tasa de condiciones críticas de la ocupación” (TCCO)? Este indicador visibiliza a quienes tienen muy bajo ingreso laboral, quienes ganan hasta el salario mínimo o quienes ganan hasta dos veces el salario mínimo (poco más de 10 mil pesos en diciembre 2022), pero con jornadas excesivas de más de 48 horas a la semana. También se incluye al conjunto de personas que trabajan “a medias”; es decir, pocas horas a la semana, por “cuestiones de mercado”.

Es un indicador que refleja -de otra manera- lo que Acción Ciudadana Frente a la Pobreza viene insistiendo: el bajo ingreso laboral que produce pobreza, pues millones de personas carecen de salario suficiente para superar el umbral de pobreza, que equivale al costo de dos canastas básicas.

Nosotros preferimos usar el mismo umbral que Coneval usa para medir pobreza, que es el costo de la canasta básica, más que el salario mínimo, pues ya no sería comparable con años anteriores, cuando el salario mínimo no se movía en su valor.  Por eso nosotros preferimos usar “dos canastas básicas” como umbral mínimo para superar la pobreza.

Consideramos que el indicador “condiciones críticas” que INEGI reporta cada mes es también una buena llamada de atención sobre los bajos salarios y los trabajos en las condiciones más precarias.

Informalidad

Al cierre del año pasado, 31.8 millones de personas tenían trabajo informal. Es más de la mitad de la población ocupada (55%). Son personas sin acceso a salud, seguridad social, prestaciones, ni demás derechos laborales. La informalidad es precariedad y es una condición de trabajo sin derechos laborales.

Conviene resaltar que casi la mitad de quienes tienen trabajo informal están fuera del “sector informal”. La informalidad no es exclusiva del sector informal; sin embargo, ambos son, en gran parte, el principal eslabón de la precariedad que, a su vez, convierte los trabajos en fábricas de pobreza.

Mujeres excluidas

A pesar de que las mujeres aumentaron su participación laboral durante 2022, la tasa de participación laboral femenina sigue siendo de las más bajas del mundo. México ocupaba en 2019 el lugar 145 de una lista de 179 países por la baja participación de las mujeres en el trabajo.

Al cierre de 2022 estaban ocupadas 23.6 millones de mujeres, esto es una tasa de participación de 44.6 % de las mujeres en edad de trabajar.

A nivel global, estamos en el sótano en este indicador, incluso por debajo de países de la región como Costa Rica, El Salvador, República Dominicana, Colombia o Uruguay. Y, por supuesto, muy lejos de Estados Unidos, Canadá, España, Japón o Alemania.

No hay espacio al triunfalismo

Los datos de INEGI se “festinaron” para echar las campanas al vuelo en ciertos medios y ambientes económicos. En efecto, creció marginalmente la ocupación y en ella, un poco la participación de las mujeres. Sin embargo, la gran mayoría de los trabajos son precarios y de bajos ingresos. Basta mirar los propios indicadores de INEGI sobre informalidad (55 %) y ocupación en condiciones críticas (30 %) y ubicar la tasa de participación laboral de las mujeres en comparación con países de la región, con economías menos dinámicas.

En México, millones de trabajos precarios son más bien una forma de sobrevivencia. Están lejos del “trabajo digno”. Pero quizá lo más grave, son los empleos en modelos de negocios basados en violar derechos laborales. Millones de los trabajos precarios se ubican “en la formalidad” e incluso también en grandes y medianas empresas. Lo escandaloso e indignante son los trabajos que son fábricas de pobreza en empresas de alta rentabilidad como las tiendas departamentales, los supermercados y los bancos, por mencionar sólo algunos de los más graves.

Mientras en el país no se rompa el paradigma del empleo precario, con bajos salarios y sin derechos laborales, la gran mayoría de las personas que pueden y quieren trabajar permanecerán ancladas en la pobreza.

@FrenteaPobreza