El salario debe ser suficiente para sostener a quien trabaja y su familia. Así lo ordenan las normas internacionales de derechos humanos y también nuestra Constitución. Pero hoy millones de trabajos son fábricas de pobreza.
Para definir lo “suficiente” hay dos umbrales. El umbral mínimo, debe ser un salario suficiente para lo más básico, lo indispensable para superar la pobreza. El otro umbral, mayor, debe ser lo suficiente para una vida digna.
En los ambientes de responsabilidad social empresarial urge acelerar las medidas para promover la adopción de este monto mínimo ya. Toda empresa formal debiera revisar su nómina y ajustar a quienes ganen menos para alcanzar los 8,210 pesos, al menos si quiere dejar de ser fábrica de pobreza. El monto es totalmente factible para la gran mayoría de las empresas. El impacto en costo no es tan alto y el beneficio mayor y múltiple.
Pero 8,210 pesos es solo el primer escalón, un “piso” o umbral infranqueable. El objetivo debe ir más allá, pues es un monto que cubre solo la sobrevivencia. Sirve solo para no ser pobre.
El monto de ingreso familiar para vivir dignamente es mayor, alrededor de 25 mil pesos al mes. El monto preciso depende de la región. Hay una metodología ya bien probada a nivel internacional que permite definirlo. Para Chihuahua, el Ing. Terrazas de México Digno lo tiene bien calculado. También el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) ha hecho estudios para otras regiones del país.
El estudio para definir el monto del ingreso familiar para vivir dignamente permite estimar el “salario digno” considerando dos personas perceptoras de ingreso por hogar. Por lo que como segundo “escalón” el salario digno se ubica en un rango entre 11 mil y 13 mil pesos mensuales para vivir dignamente, con dos personas generando ingresos. Lo cual, por cierto, abre la discusión sobre la inclusión laboral de mujeres y la urgencia del sistema de cuidados. Pero eso requiere otro texto.
Llegar al monto de salario digno al menos en todas las empresas formales requiere un plan para alcanzarlo en poco tiempo (2-3 años). Ese plan permite alinear la mejora salarial a los incrementos de productividad y compensación con bonos. Pero antes requiere sobre todo superar el paradigma de la competitividad basada en bajos salarios, desechar la noción de “ahorro” en costo de “recursos humanos” y todas las medidas “financieras” que contradicen el principio de la dignidad humana.
La razón no es solo moral. Hay también argumentos económicos: la fijación de salarios debe tomar en serio la premisa del trabajo como factor clave de la productividad.
Pagar salarios que permitan vivir con dignidad debiera ser la aspiración de todas las empresas serias y formales, las que son algo más que “bisnes”. En pocas palabras, se requiere una nueva mentalidad empresarial y gerencial que aplique los principios de la responsabilidad social a las decisiones financieras y de negocios. (Ver mi texto en EL UNIVERSAL)
El efecto directo del salario digno en las empresas puede ser muy positivo. Produce incrementos en productividad. También permite reducir rotación y mejora la captación de talento. Para la economía en su conjunto además genera un efecto muy positivo de crecimiento y fortalecimiento del mercado interno para una economía más equilibrada.
Además, reduciría la pobreza de manera significativa y sostenible. Pregunto, colegas de la IP y la responsabilidad social empresarial: ¿Qué falta para hacerlo ya? ¿Quién inicia?
Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo
Fuente: El UNIVERSAL