Con un abrazo solidario a la Compañía de Jesús

La economía social es aún desconocida, aunque tiene raíces históricas “famosas”. El impulso para su fortalecimiento podría estar inspirado en una visión siglo XXI o versión 2.0 de la labor de Vasco de Quiroga.

El legado de “Tata Vasco” subsiste hasta nuestros días. El aprendizaje de varios oficios de las comunidades purépechas del Lago de Pátzcuaro forma parte de la economía de la región hasta nuestros días. Da sustento a miles de familias, con sus talleres de productos, que se han renovado y desarrollado manteniendo la vocación original.  

Ese legado tuvo una nueva etapa de florecimiento a mediados del siglo XX. El impulso moderno del cooperativismo, previo al momento actual, también vino de actores vinculados a la Iglesia.  En este caso, del P. Pedro Velázquez, gran precursor de la pastoral social a través del Secretariado Social Mexicano, en los años 50 y 60. Fundador de la Caja Popular Mexicana y de muchas organizaciones sociales inspiradas en el pensamiento social cristiano.

Muchas empresas de la economía social actuales, surgidas también en contextos indígenas y campesinos, nacieron bajo el impulso de la actual pastoral social, realizada sobre todo por seglares y también algunos sacerdotes.

Retomo estos antecedentes para hacer un paréntesis indispensable para expresar mi solidaridad con la comunidad jesuita en México, en su sentido más amplio, por el asesinato de Javier Campos y Joaquín Mora en Cerocahui.

Espero esta tragedia sea punto de quiebre en la espiral de violencia que padece nuestro país. Ojalá su muerte sea fuente de vida, que permita la activación social y política indispensable para enfrentar la barbarie que nos amenaza. Cierro paréntesis.

Y retomo mi colaboración anterior (“Empresas sociales: vía productiva frente a la pobreza”, http://eluni.mx/gocwt6), para reiterar la necesidad de fortalecer las empresas sociales.

La “Agenda” que mencioné en ese texto identifica 4 grandes problemas que obstaculizan el crecimiento de la economía social: 1) Marco regulatorio adverso. 2) Ausencia de una política pública de fomento. 3) Barreras al desarrollo económico en contextos de marginación y pobreza. 4) Desconfianza y poco conocimiento sobre las empresas sociales, sus productos y su potencial.

Ante estos problemas, la “Agenda” traza un conjunto de acciones de cambio. La primera es promover la visibilidad y el reconocimiento público, por ejemplo, mediante la generación de información estadística y evidencia y resultado de evaluaciones y estudios; la promoción de los productos en campañas de difusión, y la realización de eventos de amplio impacto, entre otras.  

La segunda es el acceso a fondos de inversión, créditos y otras fuentes de financiamiento, mediante “contratos modelo”, acceso a fondos con criterios sociales y apalancar fondos públicos o mixtos.

La tercera acción de cambio es ampliar el acceso a mercados y vías de comercialización, donde adquieren relevancia los esquemas de comercio justo, pero también los nichos para el comercio digital, donde se está configurando una posible vinculación con importantes portales como Mercado Libre.

La cuarta refiere a la profesionalización, formación de cuadros y gestión del conocimiento, lo cual cobra aún mayor relevancia en las empresas sociales por la gestión colectiva y porque surgen en contextos de rezago educativo. La última acción de cambio se refiere al marco legal y la política de fomento, lo cual merece un texto completo.  

Por lo pronto, siguiendo a “Tata Vasco”, en versión 2.0 siglo XXI, apoyemos a las empresas de la economía social. La Agenda se presenta este miércoles 20 —ahora sí— en las redes de “Frente a la Pobreza”.

Consultor internacional en programas sociales.  
@rghermosillo

Fuente: El UNIVERSAL