México tiene un sistema de salud fragmentado, débil, muy medicalizado y atrapado por intereses privados.
La posibilidad de revertir estos males estructurales es crear un sistema público que logre cobertura universal con igualdad y con calidad, sin segmentación, no condicionado a la situación laboral y centrado en las personas, con un modelo de atención primaria que priorice la prevención.
El 15 de marzo el gobierno presentó un nuevo plan para dar atención médica y medicamentos “gratuitos” a quienes carecen de afiliación al seguro social. Es buena noticia que se retome el compromiso de alcanzar la cobertura universal de salud a más tardar en 2024. Pero aún falta mucha información para entender cómo va a funcionar este plan.
El mayor riesgo del plan es que parece mantener el enfoque fragmentado entre población con y sin seguridad social. 1
Otros dos riesgos que pueden tener consecuencias muy negativas son: a) mantener el presupuesto inercial, sin asignar recursos adicionales sustanciales, y b) enfocarse únicamente en la inversión en infraestructura hospitalaria inconclusa.
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