La lucha de la Caravana #UnidosConValor enfrenta el poder discrecional y autoritario de la Secretaría de Hacienda. Muestra que mucho de la gobernabilidad del país está fincada en el uso discrecional de los recursos públicos. Y así, no hay manera efectiva de enfrentar la corrupción.
El poder discrecional de la SHCP es inmenso y multifacético. Está amparado en la Ley, aunque contraviene principios esenciales de las reglas democráticas. El halo académico, docto y neutral de la tecnocracia hacendaria es un engaño. Ejercen un poder sin contrapesos efectivos. Ese poder es una de las fuentes centrales del “capitalismo de cuates” y de la corrupción que padecemos. Veamos:
El poder discrecional inicia en la elaboración del paquete presupuestal con cifras trampeadas. Primero en la Ley de Ingresos. Se subestiman los ingresos para contar con ingresos reales superiores a usar libremente.
En el sexenio actual, a noviembre de 2017, se habían recibido ingresos extra por 1 billón 740 mil millones de pesos (mdp). Sólo en 2016, los ingresos extra recibidos fueron de casi 700 mil mdp.
En el presupuesto de egresos hay también gran discrecionalidad. En 2016, Hacienda autorizó un gasto de 614 mil mpd extra a lo aprobado por el Congreso. Esto equivale a casi todo el presupuesto educativo del país.
La Secretaría de Hacienda además autoriza el ejercicio de un presupuesto distinto al aprobado por el Congreso. Mediante las adecuaciones presupuestales se incrementan recursos a ciertas partidas y se reducen en otras. Un excelente estudio de México Evalúa (“Descifrando la caja negra del gasto) muestra que Hacienda autorizó ampliaciones presupuestales por 882 mil mdp y reducciones por 663 mil mdp anuales, en promedio entre 2005 y 2013. Esto sigue sucediendo y es mayor.
El Ramo 23 es el mejor –pero no único- ejemplo de la opacidad. Bajo administración de Hacienda, maneja fondos discrecionales, sin reglas y concentra el mayor número de adecuaciones presupuestales durante el ejercicio, autorizadas por ella misma.
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