La pandemia no es la causa de la pobreza, pero sí contribuyó a incrementarla. Y con ella, ha traído hambre. Es muy trágico que ahora que se supone habría mayor atención a quienes menos tienen, el gobierno haya abandonado a millones de personas de escasos recursos a su suerte.
El Instituto de Investigación para el Desarrollo con Igualdad de la Ibero Santa Fe (EQUIDE-Ibero) ha dado seguimiento a los efectos de la pandemia en el bienestar de los hogares. Con su estudio, el EQUIDE-Ibero ha generado información muy relevante desde que se empezaron a presentar graves incrementos de desempleo, caída abrupta de ingresos y diversas formas de empobrecimiento. La “Encovid-19”, como se conoce al estudio, ha completado la información generada por Inegi y otras fuentes confiables y serias.
En la más reciente ronda de la Encovid-19, se muestra la evolución de la pérdida de ingresos, que afecta a 70% de los hogares de menor ingreso a un año de pandemia (marzo 2020 a marzo 2021). Esta reducción trae consigo muchos efectos negativos.
Algunos son efectos de corto plazo, como el incremento de la inseguridad alimentaria, que afecta a 3 de cada 4 hogares (73%). Resulta muy preocupante el incremento de la inseguridad alimentaria severa, que equivale a pasar hambre, pues se reduce la cantidad y calidad de alimentos. Afectaba al 12% de los hogares en mayo de 2020 y llegó al 17% en marzo de 2021.
Los efectos de mediano y largo plazo más visibles en la educación son el incremento de la desigualdad entre quienes tienen acceso y quienes no tienen acceso a internet o dispositivos más allá de un teléfono celular, así como el incremento de la deserción que podría afectar a 1 millón de adolescentes y jóvenes que no se inscribieron al ciclo escolar 2020-21 en los bachilleratos y planteles de educación media superior.
Considerando el conjunto de variables que se usan en la medición, el EQUIDE-Ibero estima que en los datos que se darán a conocer muestren un incremento cercano a 10 puntos porcentuales en la pobreza por ingresos, esto es casi 60% de la población. Y un incremento casi al doble de la pobreza extrema por ingresos que pasa de 17 a 30% de la población.
El estudio muestra la insuficiente cobertura y monto de los programas sociales. Solo 37% ha recibido algún tipo de apoyo. Y aunque entre los hogares de menores ingresos hay un poco de mayor cobertura, todavía quedan fuera más de la mitad de los hogares de escasos recursos. Además de que los apoyos no compensan la pérdida del ingreso laboral.
La reactivación económica inercial es lenta y está produciendo mayor desigualdad. Se requiere una política económica diferente para mejorar el ingreso de los hogares más pobres. Resulta promisorio que haya organismos empresariales que estén promoviendo, como acto voluntario, mejorar la remuneración al trabajo.
Por ejemplo, Empresas por el Bienestar proponen como salario mínimo el monto de la canasta familiar o dos canastas básicas, eran 6,500 pesos y hoy serían casi 7,500 pesos. La iniciativa México Digno propone la adopción voluntaria del salario digno. En su estimación para Chihuahua es 9,500 pesos al mes. Su idea es que las empresas deben ser creadoras de vida digna.
La reactivación económica puede ser más rápida y más equitativa si se mejora la remuneración del trabajo, especialmente de quienes ganan menos. Esto permitiría una reactivación más equitativa y más rápida basada en un mayor dinamismo del mercado interno.
Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo
Fuente: El UNIVERSAL